[El Siguiente es una cita del Dr. José Grau en su Libro: La
Evangelización y la Biblia; Ediciones Evangélica Europeas. Págs. 99 y
100] “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” Hechos 20:27
El pastor bautista Don Vicente Tafalla escribía en la revista “El Eco” ( junio-julio 1968,p.15):
“Adolecemos de no predicar todo el Evangelio a los inconversos. Para hacer esta afirmación tan rotunda me baso en que en nuestro cultos de predicación, en los que invitamos a los inconversos a tomar una decisión respecto a sus almas, les hablamos del pecado que reside en todo ser humano, de la expiación vicaria de Cristo, el arrepentimiento, perdón, justificación, etc., pero ¿les hablamos de lo que viene después?”
El pastor Tafalla se pregunta: ¿Y lo que viene después…? Hablamos
poco de lo que viene detrás de toda esta experiencia que llamamos
conversión.
Parece -comenta en su reflexión-, como si todo el Evangelio se parase
en este punto: como si tendiésemos una trampa al inconverso, llevándole
hasta esta experiencia que deseamos sea genuina, pero silenciándole
todo lo que un convertido tiene que hacer después. Aunque no lo
pensemos, a quizás en el fondo de nuestro subconsciente este la idea de
que una vez en ‘el saco’, después ya será más fácil conducirle a que aprenda ‘lo otro’.
He querido subrayar la frase “como si todo el Evangelio se parase
en este punto” porque es, justamente, aquí donde a mi parecer se
origina este defecto que puede acarrear muy graves consecuencias tanto
para el recién convertido como para la vida de la iglesia. El defecto
consiste en presentar la conversión como una meta final, en lugar de
ponerla como un punto de partida. Volveremos luego sobre ello.
Prosigue el pastor Tafalla:
“ El libro de lo Hechos habla de los primeros convertidos, los primeros añadidos a la Iglesia, y dice: ‘Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas’, sigue diciendo el texto…Ahora viene “lo de después”: ‘y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión los unos con los otros, en el partimiento del pan y en las oraciones’. Es un bellísimo retrato de la vida íntima de la comunidad cristiana de Jerusalén el presentado aquí por Lucas. Cuatro cosas enumera como características de los nuevos convertido: perseveraban en escuchar y aprender la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en la participación de la Santa Cena y en el culto a Dios mediante la oración. Esto es lo que los convertidos de la iglesia de Jerusalén hacían y creo que todos entendemos que aquella iglesia marca la pauta a seguir. Por tanto, llegamos ahora a una conclusión: esto es lo que todos los convertidos debemos hacer “después”. Ahora te pregunto: si tú hubieras sabido que necesariamente tenías que hacer todo esto, ¿hubieras aceptado la invitación que te hacían para que te convirtieras y fueras cristiano? Quizá quede explicado así que algunos llegan a la conversión…y se quedan ahí toda la vida porque nadie les dijo que lo que “lo que viene después” también es necesario que se haga. Expliquemos TODO a los inconversos e invitemos a que acepten la conversión y las consecuencias lógicas de ser añadidos a la Iglesia. No cabe duda de que la persona que se decida, completamente consiente de lo que hace, será un fiel servidor de Dios a su iglesia.”
Hasta aquí la cita de Vicente Tafalla, que considero muy atinada y
muy de actualidad, por cuanto expone un problema que viven muchas
iglesias nuestras hoy y que, no obstante demasiado a menudo es
silenciado o ignorado, pese a sufrir en la propia carne de nuestra
experiencia congregacional todas las tristes consecuencias que comporta.
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