miércoles, 28 de octubre de 2015

Todo el Evangelio a Todo el Hombre


[El Siguiente es una cita del Dr. José Grau en su Libro: La Evangelización y la Biblia; Ediciones Evangélica Europeas. Págs. 99 y 100] “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” Hechos 20:27
El pastor bautista Don Vicente Tafalla escribía en la revista “El Eco” ( junio-julio 1968,p.15):
“Adolecemos de no predicar todo el Evangelio a los inconversos. Para hacer esta afirmación tan rotunda me baso en que en nuestro cultos de predicación, en los que invitamos a los inconversos a tomar una decisión respecto a sus almas, les hablamos del pecado que reside en todo ser humano, de la expiación vicaria de Cristo, el arrepentimiento, perdón, justificación, etc., pero ¿les hablamos de lo que viene después?”
El pastor Tafalla se pregunta: ¿Y lo que viene después…? Hablamos poco de lo que viene detrás de toda esta experiencia que llamamos conversión.
Parece -comenta en su reflexión-, como si todo el Evangelio se parase en este punto: como si tendiésemos una trampa al inconverso, llevándole hasta esta experiencia que deseamos sea genuina, pero silenciándole todo lo que un convertido tiene que hacer después. Aunque no lo pensemos, a quizás en el fondo de nuestro subconsciente este la idea de que una vez en ‘el saco’, después ya será más fácil conducirle a que aprenda ‘lo otro’.
He querido subrayar la frase “como si todo el Evangelio se parase en este punto” porque es, justamente, aquí donde a mi parecer se origina este defecto que puede acarrear muy graves consecuencias tanto para el recién convertido como para la vida de la iglesia. El defecto consiste en presentar la conversión como una meta final, en lugar de ponerla como un punto de partida. Volveremos luego sobre ello.
Prosigue el pastor Tafalla:
“ El libro de lo Hechos habla de los primeros convertidos, los primeros añadidos a la Iglesia, y dice: ‘Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas’, sigue diciendo el texto…Ahora viene “lo de después”: ‘y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión los unos con los otros, en el partimiento del pan y en las oraciones’. Es un bellísimo retrato de la vida íntima de la comunidad cristiana de Jerusalén el presentado aquí por Lucas. Cuatro cosas enumera como características de los nuevos convertido: perseveraban en escuchar y aprender la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en la participación de la Santa Cena y en el culto a Dios mediante la oración. Esto es lo que los convertidos de la iglesia de Jerusalén hacían y creo que todos entendemos que aquella iglesia marca la pauta a seguir. Por tanto, llegamos ahora a una conclusión: esto es lo que todos los convertidos debemos hacer “después”. Ahora te pregunto: si tú hubieras sabido que necesariamente tenías que hacer todo esto, ¿hubieras aceptado la invitación que te hacían para que te convirtieras y fueras cristiano? Quizá quede explicado así que algunos llegan a la conversión…y se quedan ahí toda la vida porque nadie les dijo que lo que “lo que viene después” también es necesario que se haga. Expliquemos TODO a los inconversos e invitemos a que acepten la conversión y las consecuencias lógicas de ser añadidos a la Iglesia. No cabe duda de que la persona que se decida, completamente consiente de lo que hace, será un fiel servidor de Dios a su iglesia.”
Hasta aquí la cita de Vicente Tafalla, que considero muy atinada y muy de actualidad, por cuanto expone un problema que viven muchas iglesias nuestras hoy y que, no obstante demasiado a menudo es silenciado o ignorado, pese a sufrir en la propia carne de nuestra experiencia congregacional todas las tristes consecuencias que comporta.

jueves, 22 de octubre de 2015

¿POR QUIÉN VOTAR?




Puede ser que la respuesta a esta pregunta sea más compleja de responder que si nos pidieran que definiéramos qué es una ‘hipostasis’. Sin embargo, una de las cosas de las que no podemos huir o ser indiferentes en todo el tiempo de nuestro peregrinar es esta. Incomódenos o no, la vida temporal de los hijos de Dios, de muchas formas se verá matizada por el contexto en que vivimos. Ya sea que gocemos de libertad para desarrollar la fe o estemos en persecución, que estemos en pobreza o abundancia, que exista un freno externo al mal o esa barrera no esté o no bien definida, no podemos afirmar que estas cosas que pueden proveer los gobiernos humanos, nos resultará indiferentes, encogernos de hombros y pensar: ‘lo que será, será’.
Tampoco, por supuesto, diremos que la elección de gobernantes es algo determinante o fundamental al desarrollo de la iglesia de Cristo y rogaría que no se viera así. En épocas de elecciones hay mucha euforia por hacer ver esto así, pero no lo es. Si algo define la vida de fe, es que no depende de los gobiernos humanos para desarrollarse y crecer. La iglesia ha podido sobrevivir a monarquías, gobiernos absolutistas, democráticos, y ha sabido sobrevivir bajo tendencias capitalistas, comunistas, socialistas, etc. Con más privilegios en unos gobiernos más que otros, pero eso no ha determinado su supervivencia que sí está asegurada por la promesa de Cristo: ‘Las puertas del hades no prevalecerán contra ella’.
Antes de proseguir, deseo dejar bien en claro al menos tres cosas.
La primera es que no pienso tener la verdad absoluta en este tema. ¿Quién la tiene? ¿Se podrá? Estamos hablando de instituciones humanas, lo que implica el gobierno de humanos sobre humanos. Y esto pudiera ser utópico si no es por la realidad del pecado. Pretender dogmatizar sobre la cambiante vida del hombre, es vano.
Segundo, No estoy a favor de ninguno de los candidatos presentes. En verdad no lo estoy. Esta impotencia a la hora de tomar partido creo que me perseguirá hasta después de las elecciones. Tampoco tengo un ánimo enfermizo en contra de alguno. Simplemente podría definir mi posición como ‘el que mira a la distancia’.
Tercero, hablo como cristiano, lo que indica que tengo intereses creados en este asunto: los intereses del reino de Dios y la Iglesia. No, no una denominación ni un grupo cristiano que está en política o apoyando a un candidato, hablo de la Iglesia de Cristo y el avance del evangelio Bíblico en nuestro medio. Hablo pensando en el decreto de Dios de revelar a su Hijo para la salvación de pecadores, del evangelismo y del avance del gobierno divino en los corazones de los hombres. A la vez hablo con respeto de quienes están en eminencia y como alguien que ora por ellos, a veces con dolor y a veces desafiado.

¿Qué podemos esperar?
Creo que una de las cosas que más nos daría luz a la hora de pensar en una elección será el determinar ¿Para qué están los gobiernos humanos? ¿Cuál debe ser nuestra expectativa en general de ellos? Algunos espíritus particulares,  apasionados con que el reino de Dios venga a través de los gobiernos humanos, tienen la expectativa que el gobernante electo, debe llevar a una nación a los pies de Jesucristo, sea por leyes o espada. Ellos piensan que un buen gobierno traería el cambio de las personas gobernadas y el consecuente cambio moral en una sociedad. El punto es que según la Biblia, eso no es tarea de los gobernantes sino de Dios por medio del Espíritu Santo obrando a través del evangelio. Los gobiernos humanos tienen el deber de guardar la justicia y la paz externa y hasta donde representen esto con leyes y la espada, deben ser apoyados (Rom.13:1-10) y nunca tener la expectativa sobre ellos que harán lo que es potestativo de Dios en la salvación del alma y por el evangelio. Definir bien el alcance de los gobiernos nos ahorrará discusiones infructuosas.
Sin embargo, en la organización Teocrática de Israel, se nos dan los parámetros que un rey debería tener. Estos parámetros pueden darnos luz con respecto al estándar de Dios en un mundo real, de reyes pecadores, gobernando seres pecadores. Puedo creer que aunque un gobernante no tenga la potestad de tratar con el alma, un buen gobernante refrenará la maldad y promocionará la justicia y equidad de la mejor forma que pueda con lo que tenga. Y quien más que un gobernante de principios cristianos podrá representar lo que Dios desea en los gobiernos humanos. Esto lo digo para que meditemos en que si bien no elegiríamos a un cristiano para ser ‘el pastor de Colombia’, un buen y verdadero cristiano sí representaría mejor la justicia y equidad externa, que es su campo.
Sin embargo, siendo conscientes que estamos bajo una organización política secularizada, la labor, mientras procuramos algo mejor, será tener expectativas reales de los gobiernos humanos. En verdad hay personas que suspiran por el gobernante que no demandará impuestos, que dé subsidios, que nos dé abundancia a cambio de ningunos estándares de productividad y que erradique a los malos, no estando nosotros entre ellos, por supuesto. Es una visión no solo idealista sino caricaturesca de una sociedad real.
Ahora, si el papel de los gobiernos humanos es la promoción de la justicia, la igualdad y el refreno de la maldad externa, nuestros ojos deben tratar de ser muy generales en las propuestas que promuevan lo que los gobiernos pueden dar y no juzgar los candidatos a la luz de los que nunca pudieran dar. Y aquí, a riesgo de parecer parcializado, rogaría considerar qué o quién es el máximo gobernante de nuestro país. El árbitro final, la última instancia, lo que debe matizarlo todo. No, no es el Presidente, es nuestra Constitución. Aun el Señor presidente está bajo ella. Son las leyes las que sostienen un gobierno y un país.
Pero cuando un gobernante se pone sobre las leyes y modifica los estándares de justicia y moldea como la plastilina lo que es bueno o malo, cambiando las reglas de juego cuando lo ve prudente, según un afán, entonces estamos en grave peligro, pues ¿Por qué no seguir moldeando la justicia al criterio del gobernador para llamarle a lo malo bueno y lo bueno malo? ¿En qué tipo de justicia vamos a terminar? No soy un enemigo de la paz externa, entre la paz y la guerra, obvio la paz es lo que un gobierno debe promocionar. Pero la paz que nos quieren dar es una paz por sobre la justicia y eso tenemos que pensarlo muy bien. Es una falsa paz porque no se fundamenta en la ley sino en una caricatura de ella. Por lo que la rebelión externa será aún más difícil de frenar.
Por otro lado, ¿La guerra es la solución? Por supuesto que no. El asa de la guerra siempre está al rojo vivo y quema irreparablemente a una nación que la toma, aunque sea por necesidad. Puede que, efectivamente como se ha visto en la historia, el mal acabe un mal, o por decirlo con claridad, la guerra acabe con otra. Es un precio muy alto, pero a veces pasa. Sin embargo no creo que la conciencia del cristiano se vea satisfecha al considerar que la guerra acaba con seres humanos hechos a imagen de Dios y que esta promueve las pasiones más bajas y miserables de los hombres. Suele pasar que los que están más al centro del conflicto llegan a perder de vista el porqué de la lucha y cauterizados, tengan en la mente más la muerte que la paz. Eso lo hemos visto en las conocidas masacres de grupos paramilitares, guerrilleros y hasta militares. Somos un país de muerte, de violencia. Así que no, la guerra tampoco es la solución.
Pero, ¿Acaso son las dos únicas opciones? Por supuesto que no, creo que no hablamos de una moneda de solo dos caras, paz o guerra. Creo que sobre la mesa debe plantearse un menú más variado. La justicia, la reforma de ella, le agilidad del aparato judicial, la promoción de oportunidades, el  sostenimiento de nuestro campo, nuestros recursos, deberían matizar la elección de un candidato y no solo la incómoda moneda que nos quieren hacer ver.
Concluyendo.
Sabiendo que mucho de la profesión cristiana tiene que ver con la conciencia, el voto debe ser una expresión de nuestra libertad en Cristo, de nuestra conciencia y de un entendimiento más Bíblico de lo que apoyamos con un candidato. Repasemos Romanos 13 antes que las propuestas de ellos. Mirémoslos a la luz de su acato a la ley y respeto hacia ella. Mirémoslos a la luz de lo que pueden generar sus principios con respecto al refrenamiento del mal o la promoción e institucionalización de ella. Mirémoslos en su ánimo de mantener la paz y la igualdad externas.
Pero considere estas tres cosas finales:
Primera, Tenga en cuenta que sea quien sea, el mejor candidato o el menos peor. Sea el de sus afectos o no, nunca pierda de vista que ellos van a gobernarnos a nosotros, un pueblo difícil de gobernar. En verdad somos un pueblo perezoso, facilista, poco laborioso y emprendedor. Por lo que sea quien sea el gobernante tendrá que lidiar con lo que tienen para gobernar. Un pueblo que marcha por sus derechos pero que se incomoda y sufre y lucha y descuida sus deberes. Verá que no pasará mucho tiempo para que el próximo gobernante tenga que vérselas con subsidios, impuestos, paros, revueltas, violencia, corrupción, etc.
Eso somos y eso nos llama la atención como cristianos que lo que no viene por la organización política externa, solo puede venir cuando el evangelio sea atesorado en los corazones. Seamos cabales y sobrios en nuestras aspiraciones gubernamentales.
Segundo, sea quien sea electo el domingo, sea el que queríamos o el que no, nuestro vocabulario debe cambiar para con el electo. Ahora será una autoridad y debemos dispensarle la honra que Dios espera de ellos y someternos en esos asuntos externos con los que nos rige a menos que nos lleve a blasfemar el nombre de Dios. El corazón de un creyente, sea cual sea el resultado del Domingo, debería estar tranquilo porque cree que Dios hizo su voluntad a través del medio del voto o la abstención. No es un hipercalvinismo (ya que presupongo que el creyente hizo uso de los medios del voto para manifestar su posición), pero es la aceptación tranquila de la voluntad de Dios. La iglesia no depende en su ejercicio de un gobierno sino del Gobierno Divino. Así que oremos y sigamos las tareas del Reino de Dios.
Tercero, mientras nuestras leyes, máximo arbitro de nuestro país, tenga como una opción el voto en blanco, no deja de ser una opción para los que a conciencia no ven en los candidatos lo que según su perspectiva, debería ser uno. El voto en blanco no es el salvoconducto para criticar a los que se inclinaron por un nombre, no es la excusa para recordarles amargamente su error a los que eligieron un nombre, ni el motivo para darnos un aire de superioridad para los que si marcaron un candidato. El voto en blanco debe ser una posición igual de humilde, de espera en Dios y de conciencia cristiana para el que opta por eso, no la excusa para el pecado.

Sin embargo creo que la abstención si es una especie de resentimiento o indiferencia. Es la salida más fácil y perezosa de los que no desean las demandas de una ciudadanía pero si el beneficio de ella. 
 

¿POR QUE LA BIBLIA ES LA MEJOR GUÍA PARA LOS QUE VOTAN?



Esta es una temporada para las guías de los que votan, en este tiempo nos saludamos con otra persona preguntando ¿por quién vas a votar? Con el ambiente de la alegría política y la erudición, en nuestras iglesias zumban con las conversaciones de los candidatos, no olvidemos de la importancia del peso que significa nuestro rol como individuos y como una iglesia en este asunto.
…Las decisiones que se hacen pueden tener implicaciones de largo alcance, no solo para nuestra nación, sino también para el mundo entero. Por lo tanto este no es un asunto pequeño para nosotros, pensar bíblicamente en emitir nuestro voto. Y nuestro deber es buscan en primer lugar el honrar a Dios con nuestro acto de votar.
Como cristianos la pregunta más importante durante la temporada de elección es: ¿Dios en la Biblia da a su pueblo la dirección de cómo identificar a los líderes civiles (mas) dignos? Nosotros sabemos que hay requisitos para los pastores, pero ¿Qué pasa para los líderes civiles? ¿Existen mandamientos? ¿Hay ejemplos? ¿Existen principios que nos puedan guiar? La respuesta es ¡Si¡
Dios en su bondad, no nos ha dejado solos y sin revelar sus pensamientos y darnos sus principios para la selección de los líderes civiles. De hecho Él declara explícitamente en la Escritura los tipos de líderes civiles por los que deberíamos votar a favor. Como buen pastor Dios da guía a su pueblo para seleccionar que tipo de líderes promover, este es un gran regalo a su pueblo, que Él nos mostrara como identificar los buenos líderes. Si bien hay muchos lugares en la biblia para ir en busca de respuestas.


Hay cuatro textos claves que nos dan la   claridad sobre el tema: Éxodo 18:21, Dt. 1 : 9 –17, Dt. 17 19 – 20, Rom. 13 1-10.
Solo por un momento dejemos de lado nuestras afiliaciones políticas e intentemos cerrar nuestro oídos a las opiniones del hombre y la euforia política que nos rodea. Dese una mirada fresca, -obstruida por la emoción y la lealtad al partido político-, en la  clara lista de requisitos que la Biblia nos da para seleccionar gobernantes. Un breve estudio de estas escrituras nos provee lo que un líder civil debe ser:
Sabio (Deuteronomio 1:13)
Este requisito describe a un hombre que es hábil en la administración, con la capacidad de manejar significativos y complejos asuntos, con discreción y buen juicio. Debemos reconocer que ‘el principio de la sabiduría es el temor de Dios’. (Sal.111:10; Prov. 9:10).
Entendido (Deuteronomio 1:13)
Vamos a votar por los hombres con un agudo sentido de comprensión y perspicacia, este tipo de hombre es capaz de ver las cosas de modo que estas realidades son reveladas, un hombre de entendimiento tiene la habilidad de ver más allá de la superficie. Nosotros reconocemos cuando un candidato tiene entendimiento  por la manera en que sigue los preceptos del Señor. (Sal.111:10).
Conocido (Ex.18:21; Dt. 1:15 y 17:15)
Los líderes civiles deben ser seleccionados de entre su propia gente, la gente debe conocer al candidato, esto es el por qué la Constitución….requiere que el Presidente tiene que ser natural de (su país).
Probado en la capacidad de liderar (Deuteronomio 1:15)
No todos los hombres han sido igualmente dotados en la capacidad de liderazgo, algunos son capases de comandar grandes reinos, mientras que otros son mejores para los reinos más pequeños, el éxito en los reinos más pequeños abre la puerta para los mayores: ‘el que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho’. (Lc.16:10).
Justo en sus juicios (Deuteronomio 1:16-17)
Esto requiere un líder civil para ver las cosas como son realmente y  así tomar decisiones a través de los lentes de la justicia bíblica, el juzga justamente, de acuerdo a la justicia de Dios, sin que se deje influenciar por las apariencias.
Imparcial  (Deuteronomio 1:17)
Él trata al grande y al pequeño con el mismo amor y verdad, pues Dios no hace acepción de personas y él no debe ser un líder que haga acepción de personas, un legislador civil debe estar igualmente interesado por los ricos y por los pobre, los pequeños y los grandes, debe ejecutar justicia sin respecto a la raza, género y origen nacional, o cualquier otra distinción categórica hecha en la sociedad.
Sin temor al hombre. (Éxodo 18:21; Deuteronomio 17:19)
Los hombres complacientes son un desastre como líderes. Los líderes deben temer a Dios y hacer justicia, no ser gobernados por el temor al hombre ‘el temor del hombre pondrá lazo, pero el que confía en Jehová será salvo’ (Prov. 29:25) ‘no teman a los que matan el cuerpo… teman a aquel que…tiene poder de echar en el infierno; si a Él teman, les digo a Él teman. (Lc. 12:4-5).
Un hombre (Éxodo 18:21; Deuteronomio 1:13)
La Escritura requiere que nosotros escojamos sabios, entendidos, y hombres expertos. La palabra hombre usada aquí no es el termino genérico de “humanidad”, sino más bien la palabra “varón”. En cualquier lugar de la Biblia una de las cualidades para los lidere civiles es que sean hombres, no mujeres.
Capaz (Éxodo 18:21)
La palabra traducida “poder” es más frecuente que la palabra traducida “ejercito” valor o fuerza. Esta cualidad se centra en sí, en que Él tiene fuerza. Los que son elegidos deben ser hombres de carácter que no van a vacilar ante una presión extrema o tentación.
Temor al Dios verdadero (Éxodo 18:21; Deuteronomio 17:19; Romanos 13:4)
Aquí aprendemos de la naturaleza fundamental de su relación con Dios, la primera preocupación de este hombre es su fidelidad al único Dios verdadero en todas las cosas. Muchas personas no son conscientes de lo importante que es este requisito. Dios da el mandamiento de temer a Dios al líder civil: (Sal. 2:10-12; 2 Cr. 19: 6-7). Después de todo un líder civil es un ‘ministro’ o un ‘diacono’ de Dios para el bien, esta es la clase de hombre que tiene una conciencia que es siervo de un Dios Santo. Su preocupación es por la gloria de Dios. “Bienaventurado el varón que teme al Señor” (Sal. 112: 1).
Veraz (Éxodo 18:21; Deuteronomio 16:19)
Nosotros tenemos que elegir a los hombres que guarden su palabra, la mayoría de los líderes, toman un juramento de su cargo con la mano puesta en la Biblia, cuando ellos asumen su oficio o cargo. Nuestro gobierno está basado sobre las promesas de nuestros dirigentes para mantener la ley y ser veraces. Jesucristo dice: ‘Que tu si sea si y tu no, no, porque todo los que es más que esto proviene del mal’ (Mt 5: 37).
Aborrecedores de la avaricia (Éxodo 18:21; Deuteronomio 17:17)
El poder es corruptor. Esto se espera con demasiada frecuencia, que quienes ha sido como oficiales civiles…se corrompen rápidamente por el atractivo de popularidad, poder y dinero. Las tentaciones son grandes. Solamente en un  hombre que odia la codicia  se puede confiar que no será fácilmente desviado por la adulación, los sobornos y los favores políticos.
Guiado por la Palabra de Dios (Deuteronomio 17:18-20)
Los líderes civiles deben ser guiados por la autoridad de la Escritura. En Israel a los líderes civiles se les mandó escribir una copia personal de la Escritura para su propio estudio. Esto era para ser leído todos los días de su vida. ¿Por qué? Para que aprendieran a temer al Señor su Dios y  tener cuidado de observar todas las palabras de esta ley (Dt.17:19).
Confiar solo en Dios (Deuteronomio 17:17)
Este requisito tiene que ver con el lugar donde un líder civil pone su confianza y esperanza. ¿Su confianza está en su capacidad militar? ¿Está su confianza en la fuerza de otras naciones? O es de los que se dice: ‘¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!’ (Is, 31:1). Si  no confía en Dios, no está calificado.
Fiel en el matrimonio (Deuteronomio 17:17)
La Biblia es clara  que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, ya que los dos van a ser una sola carne, esta definición excluye, varias esposas, las razón es dada, ‘pues no sea que su corazón se aparte’.
Libres del amor al dinero (Deuteronomio 17:17)
Él no debería ser conducido por el amor hacia las riquezas. Los líderes no deben ser dirigidos por la avaricia y el amor a las riquezas.
Conclusión
Imagina por un momento lo que sería ser gobernados por hombres como estos que son entendidos, conocidos, probados en la capacidad de liderazgo, justos en sus juicios, imparciales, sin miedo del hombre, capaces, temerosos del verdadero Dios, sinceros, que odien la codicia, guiados por la Palabra de Dios, confiando en Dios solamente, fieles en el matrimonio y libres del amor al dinero.
Cuando los cristianos emiten su voto sobre la base de estos preceptos, están haciendo una declaración de que ‘la justicia engrandece a la nación’ (Prov. 14:34). Es demasiado fácil ser conducidos por el  miedo, la fiesta, los medios de comunicación, tus amigos y líderes espirituales respetados.
Las elecciones políticas proporcionan a los cristianos la oportunidad de votar como representantes de Cristo, como los defensores de la verdad y como los que confían públicamente en la Palabra de Dios. Es una oportunidad especial para la iglesia, para andar en su papel, como ‘columna y baluarte de la verdad’.
¿Qué principios pueden guiarle mientras se prepara para votar próximamente? ¿Cómo va a tomar su decisión? ¿Cómo evaluar a los candidatos?
Así que antes de consultar todas las otras guía de votación, asegúrese que ha priorizado correctamente las Palabras de la Escritura por encima de la otras voces, de cómo se analizan los candidatos. Después de todo, la Biblia es la mejor guía de votación que usted tendrá siempre.

Scott Brown


miércoles, 21 de octubre de 2015

UN MONSTRUO LLAMADO EGOÍSMO


‘Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos’.
2 Timoteo 3:2
Según se entiende, esa época llamada ‘los postreros días’ tuvieron su inicio desde aquel evento que marcó la recta final en la historia de la redención: la muerte y resurrección de Cristo y su gloriosa ascensión. Esos días previos a la segunda venida de Cristo estarían marcados por un incremento progresivo en la maldad, por la expresión cada vez más abierta de un carácter distinto al de Cristo y adverso a Él. Mientras el día final se acerca, la maldad aumenta considerablemente encontrando cada vez formas más abiertas, prácticas y publicitadas para manifestarse. Por supuesto, estos dos milenios han mostrado el cumplimiento de lo que fue dicho desde antes y vemos con algo de urgencia la presión de la maldad sobre el mundo.

Entre estas nefastas manifestaciones que caracterizarían a la humanidad en los últimos tiempos estaría un incremento de hombres ‘amadores de sí mismos’. Tener seres humanos así no es propio de los últimos tiempos pues cada día de la historia de la humanidad ha dado testimonio de la existencia de seres así. Usted y yo hacemos parte de ese casi ininterrumpido linaje de hombres que se aman a sí mismos por encima del prójimo y por encima de Dios mismo. Lo particular de estos últimos tiempos es que parece que aquellas barreras que contenían el egoísmo, barreras como un temor de Dios generalizado, cierto acatamiento de la ley moral, reglas mínimas de convivencia y civismo, han venido a desmoronarse dando paso a una generación que literalmente no tiene ojos para los demás sino para sí mismos, ni siquiera si ese otro es un padre o un hijo, un herido o necesitado, un anciano o un niño, el egoísmo es un monstruo enorme que no tiene compasión.
Nadie tiene que instruir a un bebé para que sus primeras palabras sean “mío” y que defienda sus intereses aun a punto de estrellar su juguete en la cabeza de su hermanito si fuera el caso. La falsa filosofía moderna de la crianza lo único que hace es afirmar en los individuos que ellos y solo ellos están en el centro y que el mundo gira alrededor. Las familias, el colegio y la sociedad exaltan al atrevido e imponente, aunque después se quejan por sus resultados. Se levantan hombres inútiles que solo piensan en su bienestar así tengan que destruir el mundo para ello, literalmente hablando. Usted puede ver el egoísmo rampante desde la humilde morada de un mendigo, hasta los tronos de oro y marfil de los más poderosos. El egoísmo ha empezado a cercenar nuestra humanidad misma. La religión, casi que un salvavidas en nuestro mundo, promueve hombres egoístas que solo tiene ojos para sí, sus pequeños imperios, organizaciones, deseos y proyectos. Para unos venir al evangelio solo es una afirmación de su yo en su mayor expresión.
Es necesario detenernos hoy para meditar en el estrago del egoísmo en nuestras vidas. La pregunta no es si somos o no egoístas, la pregunta más sincera será: ¿Qué tanto el egoísmo a carcomido nuestra alma?. Los hijos de Dios no podemos amoldarnos al mundo ni sus filosofías ni sus métodos. Hemos sido enseñados por aquel que se llamó Siervo de Dios, venido por el desprendimiento de un Padre para favorecer a pecadores. Servimos a un Dios que se dio al pecador y sería una deslealtad existencial vivir para nosotros cuando estamos sostenidos por Aquel que se entregó sin escatimarse a sí mismo. Detengamos esta avalancha de egoísmo con una vida de entrega alzando los ojos para ver que no estamos solos pensando en que si Dios nos ha dado algo, seguramente no es para que con ello pisemos a los demás sino que los bendigamos a todos.