sábado, 9 de junio de 2018

Por falta de leña se apaga el fuego

Por falta de leña se apaga el fuego

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Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la contienda (Proverbios 26:20).
El chismoso es aquel que cuenta historias que no deberían divulgarse, tanto si son verdaderas como si son falsas, y tanto si las describe con exactitud como si no; y los peores son los que cuentan sus chismes a las personas más susceptibles de sentirse afrentadas y que, al mismo tiempo, no desean que se les mencione como autores de la historia o como testigos de la misma.
A veces es correcto contar los secretos; y Gedalías perdió la vida por llevar demasiado lejos su desprecio hacia este mal vicio; pero la mayor parte de los que divulgan chismes acerca de sus prójimos deben contarse no solo entre los seres más viles de la Humanidad, sino también entre los más perniciosos.
Son serpientes en el camino y víboras en la senda; son como teas encendidas en el Infierno, que prenden entre los hombres un fuego que se extiende de una persona a otra, hasta tal punto que parroquias y condados enteros corren el riesgo de incendiarse.
El que escucha al chismoso es como el que ve una casa a punto de incendiarse y no hace nada para evitarlo. El que se vuelve con rostro enojado hacia el murmurador es el mejor amigo de la Humanidad; se comporta como si llevara agua para apagar las llamas.
Sería bueno para la sociedad que estos miembros dañinos desaparecieran de ella, porque son como hombres enloquecidos que lanzan teas encendidas; pero, puesto que vivimos en un mundo donde estos incendiarios aún andan sueltos, deberíamos hacer todo lo que podamos para evitar que sigan llevándose más carbón de nuestras propias casas o tomándolo de dentro de nuestros muros.
Los chismosos no se detienen mucho a pensar en el mal que están causando ni en la dimensión de la maldad de que puede acusárseles con toda justicia, o de la desgracia que están amontonando sobre sí mismos; porque, si no se arrepienten, Dios los arrojará al horno de fuego de donde nunca se sale (cf. Sal. 141). Los rencillosos son hermanos y amigos de los chismosos, y merecen la misma censura y condenación.

Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson.