sábado, 19 de julio de 2014

Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón.




Por tanto, en él se alegrará nuestro
corazón, porque en su santo nombre
hemos confiado.
Salmos 33:21
Sobre la planta de la fe crece la flor del gozo
del corazón. Tal vez no nos alegremos al principio, mas a su
tiempo vendrá la alegría. Cuando estamos tristes, confiemos
en el Señor, y en tiempo oportuno responderá a nuestra confianza
dándonos la alegría del Señor como fruto de nuestra fe.
La duda engendra tristeza, mas la confianza produce gozo y
contentamiento.
La seguridad expresada por el salmista en
este versículo es una verdadera promesa que se nos ofrece en las
manos de la confianza. ¡Ojalá tuviésemos la gracia necesaria
para apropiárnosla! Si en este momento no estamos gozosos,
ciertamente lo estaremos del mismo modo que el Dios de David
es nuestro Dios.
Meditemos acerca del santo nombre del
Señor para que cada día confiemos más en Él y nuestro gozo sea
más cumplido. Él es santo, justo, verdadero, misericordioso, fiel
e invariable. ¿Un Dios de tal naturaleza no será digno de nuestra
confianza? Es omnisciente, todopoderoso, todo lo ve ¿y no
confiaremos plenamente en Él? Hagámoslo ahora mismo sin
dilación.
Jehová-Gireh proveerá, Jehová-Shalom enviará
paz, Jehová-Tsidkrenu justificará, Jehová-Shamma estará
siempre cerca, y en Jehová-Erissi venceremos a todos nuestros
enemigos. Quienes te conocen confiarán en ti; y quienes en ti
confían se alegrarán, ¡Oh, Señor!
C. H. SPURGEON

jueves, 3 de julio de 2014

Gracia y gloria dará Jehová.

                                               
                                               
                                           Gracia y gloria dará Jehová. Salmos 84:11

No hay cosa que tanto necesitemos como 
la gracia, y ésta se nos ofrece gratuitamente. ¿Hay algo tan gratuito
como un don? En este día recibimos el don de la gracia que
sustenta, corrobora, santifica y sacia. Hasta hoy nos ha dado la
gracia de cada día; por lo que respecta a lo futuro, estemos ciertos
de que no nos faltará. Si la gracia es escasa, la culpa está en
nosotros, porque el Señor no es tacaño, ni tardo para dar en
abundancia. Podemos pedir todo cuanto queramos sin que seamos
rechazados. Da con abundancia y no zahiere.
Tal vez el Señor no nos dé oro, ni bienes
materiales, pero nos dará su gracia; tal vez nos envíe pruebas,
pero nos acompañará con su gracia en proporción de las mismas.
Tal vez sea nuestra vocación trabajar y sufrir, pero indudablemente
obtendremos cuantas gracias nos sean necesarias.
Considerad ahora lo que sigue a esta gracia,
«la gloria». Todavía no necesitamos la gloria, ni somos aptos
para ella; pero se nos dará en tiempo oportuno. Después de haber
comido el pan de la gracia, beberemos el vino de la gloria.
Tenemos que atravesar el lugar santísimo que es la gloria. Estas
palabras «y gloria» son suficientes para inundarnos de alegría.
¡Un poco de tiempo todavía, muy poco, y después la gloria para
siempre!
C. H. Spurgeon