sábado, 3 de enero de 2015

Y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.


                            Y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.   Malaquías 4:2




Cuando resplandece el sol, abandonan los
enfermos sus habitaciones para respirar el aire fresco del campo.
Cuando el sol nos trae la primavera y el verano, dejan los
ganados sus establos para buscar los ricos pastos de las altas
montañas. Del mismo modo, cuando estamos en plena comunión
con nuestro Dios, abandonamos las moradas del temor y
salimos al campo de una santa confianza. Escalamos las montañas
de la bendición y nos nutrimos de los pastos que crecen más
cerca del cielo que entre las provisiones de un mundo carnal.
«Saldréis» y «saltaréis». Esta es una doble
promesa. ¡Oh, alma mía! Procura gozar con ansia de ambas bendiciones.
¿Por qué apetecer la cautividad? Levántate y corre con
libertad. Jesús dice que sus ovejas entrarán y saldrán y encontrarán
pastos. Por lo tanto, sal fuera y aliméntate en las ricas
praderas del amor infinito.
¿Por qué quieres seguir siendo niño en la
gracia? Crece. Los novillos crecen rápidamente, sobre todo si
son cebados en los establos: mas tú gozas de los solícitos cuidados
de tu Redentor. Crece, pues, en la gracia y conocimiento de
tu Señor y Salvador. No crezcas desmedrado y raquítico. El Sol
de Justicia resplandece sobre ti. Abre tu corazón a sus rayos como
las rosas abren sus capullos a la luz del sol para que te desarrolles
y crezcas en Él.
C.H. Spurgeon

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