"Mi amado es para mí un manojito de mirra". Cantares 1:13.
LA mirra bien puede ser elegida como la figura de Jesús por su preciosidad, su perfume, su gusto, sus cualidades con el sacrificio. Pero, ¿por qué se le compara a un " manojito " de mirra? En primer lugar, por su abundancia. Jesús no es una ramita de mirra, sino un cesto lleno; no una simple flor sino un manojo. Hay en Cristo lo suficiente para todas mis necesidades; que no demore yo en valerme de él. Nuestro bien amado es comparado además a un manojo, por su variedad. Hay en Cristo no sólo la "una cosa necesaria", sino que "en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente"; cada una de las cosas necesarias están en él. Considera a Jesús en sus diferentes caracteres y verás una maravillosa variedad: Profeta, Sacerdote, Rey, Esposo, Amigo, Pastor. Considéralo en su vida, en su muerte, en su resurrección, en su ascensión y en su segunda venida; míralo en su virtud, en su mansedumbre, en su negación de sí mismo, en su amor, en su debilidad, en su verdad, en su justicia; en cualquier cosa es un manojo de preciosidad.
Jesús es un manojo de mirra para preservación; no mirra suelta que cae al suelo o es pisoteada, sino mirra en manojo, para ser puesta en el estuche. Debemos estimarlo como el mejor tesoro; debemos apreciar sus palabras y sus mandamientos, y por fin, debemos guardar, como bajo llave, los pensamientos y conocimientos que nos dió, no sea que el diablo nos robe algo. Por otra parte, Jesús es un manojo de mirra, por su especialidad. El emblema sugiere la idea de gracia que distingue y discierne. Desde antes de la fundación del mundo, él fue apartado para su pueblo, y da su perfume sólo a los que entienden cómo entrar en comunión con él, para tener con él íntimas relaciones. ¡Oh, feliz el que puede decir: "Mi amado es para mí un manojito de mirra!"
Fuente: LECTURAS MATUTINAS de Charles Haddon Spurgeon.
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