lunes, 30 de diciembre de 2019

Entonces andarás por tu camino confiadamente

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“Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.” Proverbios 3: 23. 

Es decir, si seguimos los caminos de la sabiduría y de la santidad, seremos preservados en ellos.
 El que viaja a la luz del día por la calzada, está bajo la protección del rey. 
Hay un camino para cada persona, es decir, su propio llamamiento en la vida, y si nosotros caminamos en él, en el temor de Dios, Él nos preservará del mal. 
Tal vez no viajemos lujosamente, pero caminaremos con seguridad. 
Tal vez ya no podamos correr como lo hacen los jóvenes, pero podremos caminar como hombres buenos. 
Nuestro mayor peligro está en nosotros mismos: nuestro débil pie es muy tristemente propenso al tropiezo. 
Pidamos una mayor fortaleza moral, para que nuestra tendencia a resbalar pueda ser dominada. Algunos tropiezan porque no ven la piedra en el camino: la gracia divina nos capacita para ver el pecado, y así evitarlo.
 Hemos de argumentar esta promesa, y hemos de confiar en Aquel, que sostiene a Sus elegidos. 
¡Ay!, nuestro peor peligro es nuestra propia negligencia, pero el Señor nos ha puesto en guardia contra esto, diciendo: “Velad y orad.”
 ¡Oh, pidamos gracia para caminar hoy sin un solo tropiezo! No basta que no caigamos de hecho; nuestro clamor ha de ser que no experimentemos el menor resbalón con nuestro pie, sino que al fin adoremos a Quien es poderoso para protegernos de cualquier tropiezo.  
 Charles Spurgeon

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Confía en Él Señor y haz el bien

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“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.” Salmo 37: 3 
Confía y haz son palabras que se entrelazan muy bien, en el orden en que el Espíritu Santo las ha colocado.
 Hemos de tener fe, y esa fe debe obrar. 
La confianza en Dios nos pone en la obra santa: confiamos en Dios para el bien, y luego hacemos el bien. No nos quedamos quietos porque confiamos, sino que nos levantamos y esperamos que el Señor obre a través nuestro y por nosotros. 
No nos corresponde preocuparnos y hacer el mal, sino confiar y hacer el bien. 
No confiamos sin hacer, ni hacemos sin confiar.
 Los adversarios quieren erradicarnos, si pudieran; pero confiando y haciendo, habitamos en la tierra. 
No entraremos en Egipto, sino que permaneceremos en la tierra de Emanuel: la providencia de Dios, la tierra de Canaán del amor del pacto.
 No se pueden deshacer de nosotros tan fácilmente como suponen los enemigos del Señor. 
No pueden echarnos fuera, ni destruirnos: allí donde Dios nos ha dado un nombre y un lugar, allí moraremos. 
Pero, ¿qué pasa con la provisión de nuestras necesidades? El Señor ha puesto un ‘en verdad’ a esta promesa. 
Tan cierto como que Dios es fiel, Su pueblo será alimentado. 
A ellos les corresponde confiar y hacer, y el Señor actuará de conformidad a su confianza. 
Si no son alimentados por los cuervos, o alimentados por Abdías, o alimentados por una viuda, de alguna manera ellos serán alimentados.
 ¡Fuera los temores! cofia en el Señor y haz el bien 
 Charles Spurgeon