Dr. Joel Beeke
1. Los puritanos son hoy famosos por la importancia que daban
a la adoración corporativa y la familiar. ¿Habrían integrado también la
adoración privada (o los devocionales personales) en sus vidas? ¿En qué
habría consistido esa adoración?
Los puritanos consideraban los devocionales personales como la raíz de
la adoración familiar y pública. El Manual para la adoración familiar
comienza, de hecho, recomendando la «adoración secreta» como «lo más
necesario» cuando cada individuo se dedica a «la oración y la
meditación» como medio especial de «comunión con Dios». Pastores y
padres —afirmaba— deberían exhortar «a todo tipo de personas a realizar
este deber por la mañana y por la noche».
Los elementos principales de los devocionales personales son la
meditación en la palabra y la oración a Dios. La meditación alimenta el
alma con la Palabra para el servicio diario a Dios. Thomas Manton
declaró: «Aquel que trabaja debe tomar sus comidas, de otro modo se
desmayaría. Los fuegos pintados no necesitan combustibles». Y John
Cotton dijo: «Aliméntate de la Palabra y esto hará que te regocijes [o
nos regocijemos] en la Palabra».
2. Matthew Henry escribió un libro muy popular sobre la
oración y, entre sus primeras directrices, encontramos: «Empieza cada
día con Dios». ¿Qué habrían dicho los puritanos si alguien les hubiera
sugerido que la Biblia no ordena devocionales diarios ni una adoración
privada diaria?
Mantón afirmó: «aunque no existe una norma expresa establecida de
forma particular en cuanto a la frecuencia con la que deberíamos estar
con Dios», los mandamientos y las llamadas de Dios a la oración «son muy
extensas». Señaló que la Palabra nos ordena «orar sin cesar» (1 Ts.
5.17) y «orar en todo tiempo» (Ef. 6:18). Esto implica un hábito
continuo de oración y, también tiempos que se dedican especialmente a la
oración. Nos ofreció los ejemplos de David (Sal. 55:17) y de Daniel
(Dn. 6:10); ambos oraban tres veces al día. Es verdad que podemos elevar
oraciones repentinas (Neh. 2:4) en medio de nuestro trabajo ordinario.
Pero también debemos «luchar» en oración (Ro. 15:30), lo que implica un
tiempo más extenso dedicado de forma exclusiva a la oración. Algunos de
esos tiempos más largos son con la familia o con la iglesia, pero Cristo
nos enseñó de manera específica a orar a solas en un lugar secreto (Mt.
6:6), y, en ese mismo contexto, a orar «cada día» (Mt. 6:11). No
deberíamos considerar la oración como un mero deber religioso, y
preguntar: «¿Con cuánta frecuencia tengo que hacerlo?». En vez de ello,
Manton afirmó que la oración es la conversación de «un alma amante con
Dios», y «los actos de amistad y comunión no deberían ser escasos y poco
frecuentes, sino constantes y a menudo». Escribió: «Si sentimos amor
por Dios, no podremos pasar mucho tiempo fuera de su compañía, sino que
estaremos junto a él, derramándole nuestro corazón».
3. En el mundo cristiano se ha hablado mucho, recientemente,
sobre la importancia de orar las Escrituras. Con todo, los puritanos ya
lo hacían hace siglos. ¿Cómo y por qué usaban las Escrituras para orar?
La Reforma no fue tan solo un regreso a la doctrina bíblica, sino
también un retorno a la espiritualidad bíblica. Un erudito escribe:
«Para Lutero, la reforma consistía en cómo ora la iglesia».
Lutero alentó a las personas a dejar atrás la preocupación medieval de
los santos y las vanas repeticiones en la oración y de regresar a las
simples y sentidas oraciones basadas en los Salmos y en el Padrenuestro.
A medida que la Reforma siguió adelante con hombres como Juan Calvino y
los puritanos, Dios renovó el interés de permitir que la Palabra de
Dios dirigiera la forma de orar y el contenido de la plegaria.
Las oraciones de los puritanos salían de corazones saturados de
Escritura. Se deleitaban especialmente en convertir las promesas en
oraciones. William Gurnall declaró: «La oración no es sino la promesa
invertida». Asimismo afirmó: «Cuanto más poderoso es uno en la Palabra,
más poderoso será en la oración». Este patrón de orar las Escrituras
culminó en el libro de Matthew Henry, A Method for Prayer [Método para
orar], donde recoge centenares de versículos bajo distintos
encabezamientos para dirigir al cristiano en oración.
El Dr. Joel R. Beeke es presidente y catedrático de Teología
Sistemática y Homilética en el Seminario Teológico Puritano Reformado, y
pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand
Rapids, Michigan. Gracias al Rvdo. Paul Smalley por su ayuda en la
investigación para este artículo.
Publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ. Todos los derechos reservados. © 2014 IBRNJ.
Usado con permiso de IBRNJ
martes, 17 de mayo de 2016
martes, 10 de mayo de 2016
La adoración familiar y la santidad entre los puritanos
Una entrevista por Tim Challies
1. Cuando se oye hablar sobre los puritanos, uno imaginaría que eran duros con sus hijos, que los hacían soportar horas interminables de adoración familiar. ¿Es esto cierto?
Interminables horas de adoración familiar habría sido algo del todo imposible para la mayoría de las personas del siglo XVII. En la Nueva Inglaterra de los puritanos, muchos eran agricultores que tenían que trabajar duro para producir su alimento. Los niños también tenían mucho que hacer en la escuela, en las tareas del hogar, y trabajando junto a sus padres y madres a aprender una vocación.1 Los puritanos también se tomaban tiempo para el recreo. Disfrutaban cazando, pescando, en las competiciones de tiro y la lucha libre: dos ministros puritanos de Nueva Inglaterra fueron famosos luchadores amateurs.2 Gozaban con la música en su hogar, y poseían guitarras, clavecines, trompetas, violas, tambores y otros instrumentos.3 De modo que había mucho que hacer; los devocionales familiares eran una parte —desde luego, la más importante— de un apretado programa diario.
Los puritanos tenían por objetivo una instrucción concisa y una oración conmovedora. Samuel Lee escribió que en toda nuestra enseñanza de la familia deberíamos tener cuidado con no aburrir a los niños hablando demasiado. Los extensos devocionales sobrecargan sus pequeñas mentes; es mejor mantener su atención mediante el uso de analogías espirituales con flores, ríos, un campo de trigo, pájaros que cantan, el sol, un arcoíris, etc.4
2. Los puritanos consideraban la adoración familiar como un deber. ¿Se aseguraban los pastores puritanos de que los padres llevaran a cabo este deber? ¿Cómo ayudaban a que las familias hicieran esto bien?
Los puritanos sí se tomaban este deber muy en serio. Por ejemplo, en 1647, la Asamblea General de la Iglesia de Escocia adoptó la Confesión de Fe de Westminster. Tres días antes, habían adoptado
el Directorio para la Adoración Familiar, y habían requerido que los ancianos gobernantes y los ministros disciplinaran a los cabezas de familia que descuidaban la adoración familiar.5
En 1677, la iglesia congregacional de Dorchester, Massachusetts, que era otra rama del puritanismo, pactaron «mantener la adoración a Dios» en sus familias, «educando, instruyendo y encargándoles a nuestros hijos y nuestras familias que guarden los caminos del Señor».6
Los pastores puritanos ayudaron a las familias, en primer lugar, predicando sobre este asunto; segundo, escribiendo libros sobre la adoración familiar y los libros devocionales útiles para la adoración familiar; tercero, escribiendo catecismos simples o fomentando un catecismo oficial; y cuarto, visitando a cada familia de la iglesia y catequizando a los niños. Los padres solían invitar con frecuencia al ministro a comer con la familia. Las visitas pastorales hacían responsables a los padres revelando el nivel de conocimiento de sus hijos y también siendo modelo de lo que la adoración familiar debería ser.7
3. Sé que resulta difícil hablar de promedios, pero tal vez pudiera usted decirnos cómo eran los devocionales de las familias puritanas. ¿Cuánto tiempo les dedicaban y qué era lo que hacían durante ese tiempo?
Los puritanos no estaban demasiado a favor de un forma precisa de adoración, cualquiera que fuera su tipo, sino que establecían principios. Le piden a los padres cristianos que dirijan a sus familias en la práctica diaria de cinco pasos: (1) la lectura de las Escrituras a sus familias; (2) conducir a los hijos en la memorización y la comprensión del catecismo; (2) debatir la verdad bíblica para la edificación de tal manera que cada miembro de la familia pueda formular preguntas y compartir pensamientos; (4) orar juntos; esto incluye reconocer a Dios como Señor y Proveedor de su
familia, confesarle sus pecados a Él, dándole las gracias por sus bendiciones, presentándole sus peticiones por las necesidades y los problemas de la familia, e interceder como familia por los amigos y por la nación; y (5) cantando salmos al Señor.8
Es difícil, por no decir imposible, definir cuánto duraban los devocionales familiares promedio para los puritanos. Sin duda variaba, también según las edades de los niños. Personalmente, recomiendo de cinco a diez minutos por la mañana y entre quince y veinte minutos por la noche. Podrá obtener más detalles prácticos sobre la implementación de los devocionales en mi pequeño libro Family Worship [La adoración familiar].9
4. Usted dice: «Debemos tener cuidado con permitir influencias corruptas en nuestras vidas privadas y en nuestros hogares». ¿Qué tipo de influencias corruptas permitimos en nuestras casas hoy que los puritanos habrían prohibido?
Los puritanos se habrían preocupado más por el contenido de los medios informativos que por la forma de tecnología. El hogar estadounidense medio tiene las puertas abiertas para que los intrusos entren, roben y destruyan los tesoros del alma. Los cristianos deben practicar gran discernimiento para proteger sus hogares contra:
(1) La maldad. Un videojuego reciente ganó mil millones de dólares en las salas en tan solo tres días después de su puesta en el mercado. Obviamente, es algo extraordinariamente popular. ¡El problema es que el juego gira en torno al robo! ¿Y cuántas canciones populares fomentan la fornicación y el adulterio? Quebrantar las leyes de Dios es un tema muy serio. ¿Te estás entreteniendo con las cosas que Dios odia?
(2) La mundanalidad. Puede ser un rechazo abierto a Dios, una vida crudamente inmoral, o de patente conformidad con la cultura popular. Pero podría tratarse de algo mucho más sutil. La mundanalidad no es amor ni está gobernada por el amor hacia Dios. Podría agradar a aquellos que ignoran a Dios, procurando la prosperidad física por encima de la santidad espiritual, valorando las ganancias temporales más que las glorias eternas, viviendo para ir hacia adelante en lugar de ir hacia arriba, o caminar en el orgullo en vez de la humildad. En resumen, es su corrupta naturaleza humana sin Dios. Alguien de este mundo está controlado por lo que los puritanos llamaban la trinidad de este mundo: la búsqueda de los placeres, de la ganancia y de la posición. Los puritanos se preguntarían ante cualquier actividad: ¿Ayuda esto a que mi familia ame más a Cristo, a que odie más el pecado y a caminar más por el camino de santidad del Rey?
(3) La ligereza. La vida tiene momentos ligeros en los que todos rompemos a reír, pero la ligereza (o frivolidad) consiste en utilizar el humor y la diversión para mantener las gravosas realidades fuera de nuestra mente. Vivimos en una cultura que intenta convertir la vida en una «Comedia Central». La tragedia es que nos aparta del gozo desbordante que Dios da a través de una seria consideración de la verdad del evangelio. ¿Estás dirigiendo a tu familia a llenar sus mentes con distracciones o con la esperanza de Cristo?
Los puritanos nos preguntarían hoy, no guiados por el legalismo sino llevados por el celo del bienestar de las almas de nuestra familia: ¿Qué estamos introduciendo en nuestros hogares mediante la música que escuchamos, los chistes o las historias que contamos, los libros y las revistas que leemos, las imágenes que colgamos en la pared o que dejamos aparecer en nuestras pantallas, y los juegos y deportes a los que jugamos o que miramos? Lee Filipenses 4.8, y haz un inventario.
Notas:
1. Edmund S. Morgan, The Puritan Family: Religion and Domestic Relations in Seventeenth Century New England, nueva edición (Nueva York: Harper and Row, 1966), 66-68.
2. Bruce C. Daniels, Puritans at Play: Leisure and Recreation in Colonial New England, Tenth Anniversary Edition (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2005) 166-72.
3. Daniels, Puritans at Play, 57.
4. Samuel Lee, «What Means May Be Used towards the Conversion of Our Carnal Relations¿» en Puritan Sermons 1659-1689 (Wheaton, Ill.: Richard Owen Roberts, 1981), 1:150.
5. Act for Observing the Directions of the General Assembly for Secret and Private Worship, and Mutual Edification; and Censuring Such as Neglect Family-Worship [Acta para observar las directrices de la Asamblea General para la adoración privada y secreta, y la mutua edificación; y censura como el descuido de la adoración familiar], 24 de agosto de 1647, en Westminster confession of Faith (Glasgow: Free Presbyterian Publications, 1994), 418.
6. Citado en Leland Ryken, Wordly Saints: The Puritans As They Really Were (Grand Rapids: Academic Books, 1986), 80.
7. Richard Baxter, The Reformed Pastor, ed. William Brown (Edimburgo: Banner of Truth, 1974), 172-256.
8. Directory for Family-Worship, en Westminster Confession of Faith, 419; Matthew Henry, «A Church in the House», en The Complete Works of the Rev. Matthew Henry (1855; reed., Grand Rapids: Baker, 1979), 1:251-57.
9. Joel R. Beeke, Family Worship (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2009).
El Dr. Joel R. Beeke es presidente y catedrático de Teología Sistemática y Homilética en el Seminario Teológico Reformado Puritano, y pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation of Grand Rapids, Michigan.
Tim Challies entrevistó a nuestro editor [Dr. Joel Beeke, de la revista Banner of Sovereign Grace Truth] durante un periodo de ocho semanas sobre los ocho capítulos finales de A Puritan Theology: Doctrine for Life [La teología puritana: Doctrina para toda la vida], y añadió estos artículos en el blog de Challies. Los estamos editando en esta revista con su permiso. Los ocho artículos tratan en exclusiva la forma en que los puritanos pusieron la teología en práctica. Este artículo se ocupa de la adoración familiar y la santidad en el pensamiento puritano.
Publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ, todos los derechos reservados © 2014
Usado con Permiso de IBRNJ.
1. Cuando se oye hablar sobre los puritanos, uno imaginaría que eran duros con sus hijos, que los hacían soportar horas interminables de adoración familiar. ¿Es esto cierto?
Interminables horas de adoración familiar habría sido algo del todo imposible para la mayoría de las personas del siglo XVII. En la Nueva Inglaterra de los puritanos, muchos eran agricultores que tenían que trabajar duro para producir su alimento. Los niños también tenían mucho que hacer en la escuela, en las tareas del hogar, y trabajando junto a sus padres y madres a aprender una vocación.1 Los puritanos también se tomaban tiempo para el recreo. Disfrutaban cazando, pescando, en las competiciones de tiro y la lucha libre: dos ministros puritanos de Nueva Inglaterra fueron famosos luchadores amateurs.2 Gozaban con la música en su hogar, y poseían guitarras, clavecines, trompetas, violas, tambores y otros instrumentos.3 De modo que había mucho que hacer; los devocionales familiares eran una parte —desde luego, la más importante— de un apretado programa diario.
Los puritanos tenían por objetivo una instrucción concisa y una oración conmovedora. Samuel Lee escribió que en toda nuestra enseñanza de la familia deberíamos tener cuidado con no aburrir a los niños hablando demasiado. Los extensos devocionales sobrecargan sus pequeñas mentes; es mejor mantener su atención mediante el uso de analogías espirituales con flores, ríos, un campo de trigo, pájaros que cantan, el sol, un arcoíris, etc.4
2. Los puritanos consideraban la adoración familiar como un deber. ¿Se aseguraban los pastores puritanos de que los padres llevaran a cabo este deber? ¿Cómo ayudaban a que las familias hicieran esto bien?
Los puritanos sí se tomaban este deber muy en serio. Por ejemplo, en 1647, la Asamblea General de la Iglesia de Escocia adoptó la Confesión de Fe de Westminster. Tres días antes, habían adoptado
el Directorio para la Adoración Familiar, y habían requerido que los ancianos gobernantes y los ministros disciplinaran a los cabezas de familia que descuidaban la adoración familiar.5
En 1677, la iglesia congregacional de Dorchester, Massachusetts, que era otra rama del puritanismo, pactaron «mantener la adoración a Dios» en sus familias, «educando, instruyendo y encargándoles a nuestros hijos y nuestras familias que guarden los caminos del Señor».6
Los pastores puritanos ayudaron a las familias, en primer lugar, predicando sobre este asunto; segundo, escribiendo libros sobre la adoración familiar y los libros devocionales útiles para la adoración familiar; tercero, escribiendo catecismos simples o fomentando un catecismo oficial; y cuarto, visitando a cada familia de la iglesia y catequizando a los niños. Los padres solían invitar con frecuencia al ministro a comer con la familia. Las visitas pastorales hacían responsables a los padres revelando el nivel de conocimiento de sus hijos y también siendo modelo de lo que la adoración familiar debería ser.7
3. Sé que resulta difícil hablar de promedios, pero tal vez pudiera usted decirnos cómo eran los devocionales de las familias puritanas. ¿Cuánto tiempo les dedicaban y qué era lo que hacían durante ese tiempo?
Los puritanos no estaban demasiado a favor de un forma precisa de adoración, cualquiera que fuera su tipo, sino que establecían principios. Le piden a los padres cristianos que dirijan a sus familias en la práctica diaria de cinco pasos: (1) la lectura de las Escrituras a sus familias; (2) conducir a los hijos en la memorización y la comprensión del catecismo; (2) debatir la verdad bíblica para la edificación de tal manera que cada miembro de la familia pueda formular preguntas y compartir pensamientos; (4) orar juntos; esto incluye reconocer a Dios como Señor y Proveedor de su
familia, confesarle sus pecados a Él, dándole las gracias por sus bendiciones, presentándole sus peticiones por las necesidades y los problemas de la familia, e interceder como familia por los amigos y por la nación; y (5) cantando salmos al Señor.8
Es difícil, por no decir imposible, definir cuánto duraban los devocionales familiares promedio para los puritanos. Sin duda variaba, también según las edades de los niños. Personalmente, recomiendo de cinco a diez minutos por la mañana y entre quince y veinte minutos por la noche. Podrá obtener más detalles prácticos sobre la implementación de los devocionales en mi pequeño libro Family Worship [La adoración familiar].9
4. Usted dice: «Debemos tener cuidado con permitir influencias corruptas en nuestras vidas privadas y en nuestros hogares». ¿Qué tipo de influencias corruptas permitimos en nuestras casas hoy que los puritanos habrían prohibido?
Los puritanos se habrían preocupado más por el contenido de los medios informativos que por la forma de tecnología. El hogar estadounidense medio tiene las puertas abiertas para que los intrusos entren, roben y destruyan los tesoros del alma. Los cristianos deben practicar gran discernimiento para proteger sus hogares contra:
(1) La maldad. Un videojuego reciente ganó mil millones de dólares en las salas en tan solo tres días después de su puesta en el mercado. Obviamente, es algo extraordinariamente popular. ¡El problema es que el juego gira en torno al robo! ¿Y cuántas canciones populares fomentan la fornicación y el adulterio? Quebrantar las leyes de Dios es un tema muy serio. ¿Te estás entreteniendo con las cosas que Dios odia?
(2) La mundanalidad. Puede ser un rechazo abierto a Dios, una vida crudamente inmoral, o de patente conformidad con la cultura popular. Pero podría tratarse de algo mucho más sutil. La mundanalidad no es amor ni está gobernada por el amor hacia Dios. Podría agradar a aquellos que ignoran a Dios, procurando la prosperidad física por encima de la santidad espiritual, valorando las ganancias temporales más que las glorias eternas, viviendo para ir hacia adelante en lugar de ir hacia arriba, o caminar en el orgullo en vez de la humildad. En resumen, es su corrupta naturaleza humana sin Dios. Alguien de este mundo está controlado por lo que los puritanos llamaban la trinidad de este mundo: la búsqueda de los placeres, de la ganancia y de la posición. Los puritanos se preguntarían ante cualquier actividad: ¿Ayuda esto a que mi familia ame más a Cristo, a que odie más el pecado y a caminar más por el camino de santidad del Rey?
(3) La ligereza. La vida tiene momentos ligeros en los que todos rompemos a reír, pero la ligereza (o frivolidad) consiste en utilizar el humor y la diversión para mantener las gravosas realidades fuera de nuestra mente. Vivimos en una cultura que intenta convertir la vida en una «Comedia Central». La tragedia es que nos aparta del gozo desbordante que Dios da a través de una seria consideración de la verdad del evangelio. ¿Estás dirigiendo a tu familia a llenar sus mentes con distracciones o con la esperanza de Cristo?
Los puritanos nos preguntarían hoy, no guiados por el legalismo sino llevados por el celo del bienestar de las almas de nuestra familia: ¿Qué estamos introduciendo en nuestros hogares mediante la música que escuchamos, los chistes o las historias que contamos, los libros y las revistas que leemos, las imágenes que colgamos en la pared o que dejamos aparecer en nuestras pantallas, y los juegos y deportes a los que jugamos o que miramos? Lee Filipenses 4.8, y haz un inventario.
Notas:
1. Edmund S. Morgan, The Puritan Family: Religion and Domestic Relations in Seventeenth Century New England, nueva edición (Nueva York: Harper and Row, 1966), 66-68.
2. Bruce C. Daniels, Puritans at Play: Leisure and Recreation in Colonial New England, Tenth Anniversary Edition (Nueva York: Palgrave Macmillan, 2005) 166-72.
3. Daniels, Puritans at Play, 57.
4. Samuel Lee, «What Means May Be Used towards the Conversion of Our Carnal Relations¿» en Puritan Sermons 1659-1689 (Wheaton, Ill.: Richard Owen Roberts, 1981), 1:150.
5. Act for Observing the Directions of the General Assembly for Secret and Private Worship, and Mutual Edification; and Censuring Such as Neglect Family-Worship [Acta para observar las directrices de la Asamblea General para la adoración privada y secreta, y la mutua edificación; y censura como el descuido de la adoración familiar], 24 de agosto de 1647, en Westminster confession of Faith (Glasgow: Free Presbyterian Publications, 1994), 418.
6. Citado en Leland Ryken, Wordly Saints: The Puritans As They Really Were (Grand Rapids: Academic Books, 1986), 80.
7. Richard Baxter, The Reformed Pastor, ed. William Brown (Edimburgo: Banner of Truth, 1974), 172-256.
8. Directory for Family-Worship, en Westminster Confession of Faith, 419; Matthew Henry, «A Church in the House», en The Complete Works of the Rev. Matthew Henry (1855; reed., Grand Rapids: Baker, 1979), 1:251-57.
9. Joel R. Beeke, Family Worship (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2009).
El Dr. Joel R. Beeke es presidente y catedrático de Teología Sistemática y Homilética en el Seminario Teológico Reformado Puritano, y pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation of Grand Rapids, Michigan.
Tim Challies entrevistó a nuestro editor [Dr. Joel Beeke, de la revista Banner of Sovereign Grace Truth] durante un periodo de ocho semanas sobre los ocho capítulos finales de A Puritan Theology: Doctrine for Life [La teología puritana: Doctrina para toda la vida], y añadió estos artículos en el blog de Challies. Los estamos editando en esta revista con su permiso. Los ocho artículos tratan en exclusiva la forma en que los puritanos pusieron la teología en práctica. Este artículo se ocupa de la adoración familiar y la santidad en el pensamiento puritano.
Publicado en Reflexiones con permiso de Banner of Sovereign Grace Truth. Traducción de IBRNJ, todos los derechos reservados © 2014
Usado con Permiso de IBRNJ.
viernes, 22 de abril de 2016
Un remedio para la religión decadente
Por amor a ustedes, queridos amigos,
me atrevo a aparecer de nuevo en público para ser su monitor fiel1 para impulsarlos hacia su deber y fomentar la
obra de Dios en sus almas y la adoración de Dios en sus familias. Y no sé cómo
puede emplear un ministro su nombre, sus estudios y su pluma de mejor manera
(aparte de la convicción y la conversión de almas particulares), que imponiendo
sobre los cabezas de familia que se ocupen de las almas que estén a su cargo.
Esto tiene una tendencia directa a la reforma pública. La religión empieza en
los individuos y se transmite a sus parientes, y las esferas relacionales menores
componen una entidad mayor: las iglesias y las mancomunidades están formadas
por familias. Existe una queja general por la decadencia del poder de la piedad
y la inundación2 de las cosas profanas,3 y con razón. No conozco mejor remedio que la
piedad doméstica:4 Si los gobernadores
enseñaran a sus subalternos mediante consejos y ejemplos, les desagradaran5 las enormidades6 y las
restringieran, fomentando con celo la santidad, clamando a Dios en unidad y con
fervor, pidiéndole que obrara con eficacia y realizara aquello que ellos no
pueden hacer, ¿quién puede decir qué bendita alteración vendría a continuación?
En vano se quejan de magistrados y
ministros, mientras ustedes que son
padres de familia son infieles a su cometido. Se quejan de que el mundo está en
mal estado: ¿Qué hacen ustedes para
remediarlo? No se quejen tanto de los demás, sino de ustedes mismos, y no se
quejen tanto antes los hombres, sino delante de Dios. Suplíquenle a Dios que
haga una reforma, y secunden7 también sus
oraciones con ferviente esfuerzo, ocúpense de su propio hogar y actúen para
Dios dentro de este ámbito. Conforme vayan teniendo más oportunidad de
familiaridad con los que viven dentro de su casa, más autoridad tendrán sobre
ellos porque ellos dependerán de ustedes para que influyan en ellos. Y si no
mejoran este talento, tendrán terribles cuentas que rendir, sobre todo cuando
sus manos tengan que responder de la sangre de ellos, porque el pecado que
cometieron se cargará sobre la negligencia de ustedes.
¡Oh, señores! ¿No han pecado ustedes
ya bastante, sino que tienen que acarrear sobre ustedes la culpa de toda su
familia? Son ustedes los que hacen que los
tiempos sean malos y provocan juicios sobre la nación. ¿Preferirían ver las
angustias de sus hijos y oírlos gritar en medio de tormentos infernales, o
hablarles una palabra para su instrucción, escucharlos llorar bajo su
corrección o suplicarle a Dios por su salvación? ¡Oh crueles tigres y monstruos
bárbaros! Tal vez ustedes se imaginan que son cristianos; sin embargo, a mi
juicio, un hombre que no mantiene la adoración de Dios como costumbre en su
familia no es digno de ser un comulgante8 adecuado de
la Santa Cena. Merece amonestación y censura9 por este
pecado de omisión así como por los escandalosos pecados de comisión; y es que
traiciona su vil hipocresía al pretender ser un santo fuera, cuando es una
bestia en su casa. Porque un cristiano bien nacido10 [respeta]
todos los mandamientos de Dios. Es de los que son justos delante de Dios y «se
conduc[en] intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor» (Lc
1:6). Que los otros vayan en medio de la manada de los profanos y que les vaya
al final como les va a aquellos, que no se preocupan por su familia o de la
piedad familiar. Los que no oran ahora, llorarán más tarde: «Señor, Señor,
ábrenos» cuando la puerta se cierre (Mt 25:11). Sí, los que ahora no quieren
clamar por un mendrugo de misericordia lo harán en el Infierno por una «gota de
agua que calme sus lenguas abrasadas en los tormentos eternos» (cf. Lc 16:22-24).
A estos hipócritas que se autodestruyen les recomiendo que consideren
seriamente Proverbios 1:24-31; Job 8:13-15; 27:8-10. ¡Oh cuán gran honor que el
Rey del Cielo le admita a uno en la cámara de su presencia11 con la familia, dos veces al día para
confesar los pecados; pedir perdón y provisiones de misericordia; para darle la
gloria por Su bondad, y depositar la carga sobre Él y obtener alivio! Espero
que no sean nunca reacios a esto ni se cansen de ello, ¡que Dios no lo permita!
El que quiere tener buena salud no se queja a la hora de comer. Reconozcan y
observen esos momentos designados para venir a Dios. Si uno promete encontrarse
con una persona importante a una hora concreta, cuando el reloj da la hora se
levanta, pide perdón y le dice a quien lo acompaña que [alguien] le espera, que
debe marcharse. No se tomen más libertad con Dios de la que se tomarían con los
hombres y mantengan su corazón continuamente en disposición de hacer su deber.
——————————
Oliver Heywood (1630—1702): Erudito puritano no
conformista. Expulsado de su púlpito en 1662 y excomulgado, Heywood predicó
principalmente en casas privadas después de la Gran Expulsión.
Notas:
1 Monitor: aquel que advierte de las faltas o
informa del deber.
2 Inundación: desbordamiento; abrumador por la
abundancia.
3 Profano: desdén o irreverencia hacia lo sagrado;
en particular el uso de un lenguaje que implica
falta de respeto hacia Dios.
4 Piedad doméstica: reverencia hacia Dios, amor por
Su carácter y obediencia a Su voluntad en el
5 Desagradar: considerar con desfavor.
6 Enormidades: ofensas monstruosas o males;
ultrajes.
7 Secundar: apoyar; ayudar.
8 Comulgante: persona que recibe la Santa Cena.
9 Amonestación y censura: advertencia y juicio
espiritual por parte de la iglesia.
10 Bien nacido: con buenas maneras y refinado.
11 Cámara de la presencia: la habitación en la que
una persona de alcurnia recibe compañía.
Tomado de «The Family Altar» [El altar de la familia], The Works of Oliver Heywood [Las obras de Oliver
Heywood], Vol 4, reeditado por Soli Deo Gloria, cortesía de Chapel Library. Traducción al español de IBR, todos los
derechos reservados © 2015 IBR.
Usado con permiso.
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